GIGANTES Y CABEZUDOS EN BARBASTRO
 Luis Arcarazo Albiñana y Luis Alfonso Arcarazo García
Agosto 2000

 

arcarazo@grupo7.com

Dos siglos de tradición popular

¡Corred chavales, que ya han salido los gigantes y cabezudos! Esta exclamación y la atractiva presencia de éstos por las calles de nuestra ciudad, resulta de manera especial para los peques, tan espectacular como impresionante, haciéndoles vivir momentos de temor, inquietud y deleite. El origen de esta representación, que tiene un marcado carácter mediterráneo, se pierde en la noche de los tiempos, aunque la primera referencia documentada en la Corona de Aragón es de una procesión del Corpus en Barcelona en 1380; en Zaragoza la existencia de “gigantones, enanos y caballos” es del siglo XVI, mientras que en Barbastro hay constancia de que ya existían en el siglo XVIII.

Composición de una Comparsa

Los elementos de las comparsas pueden ser muy numerosos, los más habituales son los gigantes, de gran tamaño y que asumen el papel más digno de las comparsas; gigantillos, a mitad camino entre el cabezudo y el gigante; enanos o cabezudos, representando la parte más grotesca de la comparsa y que son los que reciben las burlas del público, vengándose encorriendo a la gente tralla en mano; por último están los caballitos, que representan la cabeza y el cuerpo de un caballo y el jinete asoma medio cuerpo y sus piernas están tapadas por las gualdrapas; tienen su origen en Navarra en el caballo Kiliki. Era obligada la compañía de dulzaineros para poder efectuar sus bailes.

Con el paso del tiempo pasaron de ser exclusivos de las celebraciones religiosas a todo tipo de fiestas o acontecimientos importantes.

Cabezudos en los almacenes de San Pedro.
Foto cedida por Pascual Malo.

Gigantes y Cabezudos en Barbastro

La noticia más antigua recogida sobre gigantes en Barbastro data del año 1757 en que se celebro la festividad de San Ramón con tres días de fiesta y el día del santo hubo un acto religioso en la Catedral al que acudió en pleno el Ayuntamiento con clarines, timbales; los oficios con sus banderas y los gigantes. Esta comitiva partió de la plaza de las Casas de la Ciudad (Plaza del Ayuntamiento) y se dirigió a la Plaza de la Catedral, pasando por la Puerta Traviesa, siendo recibidos por el Sr. Obispo. Tras el acto religioso la comitiva regresó al Ayuntamiento.

La siguiente noticia es del 11 de noviembre de 1759, en que se celebró la proclamación de Carlos III. En esta ocasión la comitiva que salía del Ayuntamiento estaba compuesta por el Sr. Obispo, la Corporación Municipal con timbales y clarines, dos Compañías de milicias vestidas a lo turco, de azul y encarnado, los gremios, los gigantes y el Regimiento de Montesa a caballo.  Se instalaron tres tablados en diferentes sitios de la ciudad desde los que se hacía lectura oficial de la proclamación al paso de la comitiva.

Fue precisamente el Rey Carlos III quien por una Real Cédula de 1780 prohibió el que participasen en las procesiones gigantes, gigantillos, tarascas o danzantes «por mor de la decencia»

Los cabezudos son nombrados por primera vez en la coronación de Carlos IV, con tal motivo se decretaron como festivos los días 13, 14 y 15 de septiembre de 1789 y siguiendo el protocolo escrito en el Libro de Gestis se formó la comitiva cívica que saliendo de la Plaza de la Cárcel (Plaza del Ayuntamiento) fuese a la Plaza de La Seo en donde estaba el primer tablado y tras leer la proclamación seguía por las calles de los Hornos, la Candelera, llegando hasta la cruz de la Trinidad, bajando por las Carreteras al Coso, en donde estaba el segundo tablado, continuarían por las calles Riancho, Monzón, las Monjas, San Hipólito, Mayor y Mercado, en donde estaba el tercer tablado y de aquí regresaban a la Plaza de la Cárcel, donde estaba el último tablado. Este desfile estuvo compuesto por los batidores, una porción de tropa, gigantes y cabezudos, danzantes de palos y espadas, clarines, timbales a caballo, los gremios a pie y la música del Regimiento Flandes, a caballo también iban los porteros, los reyes de armas y los alguaciles. Cerrando el desfile tropas de caballerías.

Para estos tres días de fiesta se contrataron a los músicos de Tamarite y a los de la Catedral, incluso se acuñó moneda de plata con las armas de la ciudad en el anverso y las del reino en el reverso, que se arrojaron en los tres desfiles que se celebraron en los que participaron tres carros triunfales. 

A comienzos del siglo XIX y en plena ocupación francesa de Barbastro, con motivo de la toma de Tortosa en 1811, el Corregidor D. Pedro Guerrier celebró el acontecimiento con tres días de fiesta (8, 9 y 10 de enero), dando una comida a las autoridades, con refresco incluido y por la ciudad desfiló una comitiva con un carro triunfal, pirámides y la comparsa de gigantes y cabezudos, que costó en total 171 libras jaquesas, para concluir se quemaron unos fuegos artificiales. Se contrató a los músicos de Alquézar.  

Por supuesto, de estas comparsas iniciales no han quedado datos de su aspecto ni de su composición y la primera imagen de la que tenemos constancia es de la comparsa fotografiada por Manuel Gallifa, en una fecha indeterminada entre finales del siglo XIX y principios de éste, en donde se ve a la comparsa en las proximidades de la Estación del Ferrocarril y que está compuesta por una serie de cabezudos vestidos con frac, un par de cabezudos grandes (una Forana y un boticario), varios gigantillos y dos gigantes que representan al rey ya una dama tocada con mantilla y con abanico en la mano. 

Era costumbre que la ciudad alquilase dos cabezudos que representaban a dos baturros que venían en tren a pasar las fiestas a la ciudad, por lo que la comparsa de Barbastro acudía a la estación de ferrocarril a recibirlos y todos juntos regresaban al centro. De esta comparsa sólo se han conservado los gigantes que podemos contemplar hoy en día como el rey y la reina.

Dado el deterioro que sufre este tipo de material hace preciso una constante compra de nuevas piezas, pero como eran incluidos en los presupuestos globales de las fiestas es muy difícil seguir el rastro de las nuevas adquisiciones, habiéndose localizado, por ejemplo en el año 1945 la compra de dos cabezudos a la fábrica «el ingenio», de Barcelona, uno de ellos «el chino», que costaron en total 210 ptas., también se han conservado afortunadamente las gestiones hechas por el Ayuntamiento de Barbastro a la Industria Juguetera Recacha, de Zaragoza, en el año 1954, orientadas a la compra de dos nuevos gigantes que son los Reyes Católicos.

Curiosa foto de Los Reyes Católicos recién fabricados en la Industria Juguetera Recacha, de Zaragoza.
Foto cedida por Rafael Recacha.

Dentro de los documentos consultados vemos que el precio de una cabeza de gigante con sus brazos costaba 300 ptas. , un armazón de mimbre de tres metros de altura, 400 ptas., y los trajes aproximadamente 2.500 ptas., en dependencia de la calidad; éstos eran confeccionados por Almacenes Cativiela, de Zaragoza. La relación del Ayuntamiento con esta importante industria de gigantes y cabezudos se remontaba ya a fechas anteriores, puesto que había suministrado en otras ocasiones cabezudos a la comparsa de Barbastro, incluso algunos de los cabezudos de la actual comparsa están fabricados con los antiguos moldes de la desaparecida industria Recacha. 

La presentación de estos nuevos gigantes a los barbastrenses se efectuó en las fiestas de septiembre de 1954, fiestas que tuvieron una especial relevancia ya que visitó la ciudad el tren del Centenario, reconstrucción, del que hizo el primer trayecto a Mataró y que fue recibido el día 5 de septiembre, entre otros, por la comparsa de gigantes y cabezudos, acompañada de la banda del Frente de Juventudes.

Esta comparsa de 1954 puede que sea la más representativa y específica de Barbastro y quedó inmortalizada junto a la puerta de la Catedral en una foto en la que se ve en primer término una colección de 21 cabezudos entre los que se puede apreciar la representación característica de los continentes con el Chino, el Indio o los negros, varios personajes de cuentos, «el Gordo y el Flaco», payasos o personajes de cómic como Popeye, y el famoso, limpiabotas «el Chato», cabezudo que acabó sus días bajo una gotera en el almacén de San Julián en donde estaban almacenados.  En un segundo término se ve a la izquierda a los reyes antiguos y a la derecha a los recién estrenados Reyes Católicos.

Comparsa de Gigantes y Cabezudos. Ediciones Sicilia. Zaragoza.

Mantenimiento de la Comparsa

Otro Apartado de gran importancia es el que concierne a las personas que se dedican a su mantenimiento y cuidado. La restauración ha corrido a cargo de la familia Zueras, primero D. Vicente Zueras y luego sus hijos Francisco y Vicente, que los restauraban y pintaban; el peinado de las pelucas de los gigantes antiguos lo realizaba D.ª Petra Sánchez; la confección de los trajes de los gigantes fue obra de D.ª Angeles Vicién.

En los últimos tiempos los funcionarios municipales encargados de la comparsa han sido: D. Clemente Vicién hasta el año 1970, D. José M.ª Franco hasta 1989 y actualmente es el responsable D. Valeriano Girón, que con su trabajo y dedicación han hecho que el primer día de fiestas de cada año estén listos en el hall del Ayuntamiento y esperando el mediodía para hacer su recorrido.

Otros protagonistas anónimos son las personas que portan la comparsa. Desde hace aproximadamente 30 años los gigantes han sido paseados por miembros de las familias Peruga y Ballarín y por el Sr. Basilio Repilado; el caballo Kiliki lo lleva últimamente Rogelio Bouzas y los cabezudos es tradición que los lleven los zagales del pueblo.

En el año 1943 las personas que llevaban a los gigantes cobraban 10 ptas. al día, mientras que los cabezudos recibían 1 pta. ; en estos momentos el gigante cobra 3.500 ptas., el cabezudo grande 400 ptas. y el pequeño 250 ptas.

La comparsa se ha guardado en diferentes lugares, tales como el Ayuntamiento, el Hospital, la desaparecida Casa de Otto, en la Casa Argensola y en la actualidad en las antiguas instalaciones de Campsa.

Para las fiestas de septiembre, la comparsa sale todos los días, pero el primer acto se desarrolla en el hall del Ayuntamiento de forma privada, es el momento en que se viste a los gigantes, labor compleja en la que participan funcionarios municipales y alguno de los portores; posteriormente y próximo al mediodía tiene lugar el reparto de los cabezudos entre los primeros zagales que están guardando cola, alguno de los cuales lleva desde antes de las ocho de la mañana. Una vez que suenan los cohetes y la sirena sale la comparsa acompañada por una banda de música, haciendo un recorrido diferente cada día, para abarcar toda la ciudad, si bien se echa en falta las carreras de los cabezudos y el baile de gigantes.

Parada obligada para tomar un respiro suele ser el Bar Aragón donde los cabezudos beben por turno del porrón de naranjada mientras que los gigantes y los músicos se toman una cerveza, momento más apropiado para colocarse un cabezudo o intentar levantar a un gigante. El final del pasacalles no es menos interesante ya que es digno de ver la entrada de los gigantes en el Ayuntamiento mientras que los chicos con el cabezudo bajo el brazo y el kimono dentro de él guardan turno para cobrar y dejar el cabezudo hasta el día siguiente.

Esta tradición no debería perderse y ya que ha sido inevitable la pérdida de la comparsa de 1954, hay que hacer lo imposible para que los gigantes, Únicos supervivientes, sean restaurados convenientemente y podamos seguir disfrutando de ellos muchos años más, es más desde estas líneas lanzamos la idea de intentar recuperar, en la medida de lo posible, la auténtica comparsa de cabezudos de Barbastro para que sea una señal más de identidad de la ciudad como lo son otras comparsas en diferentes ciudades de España, puesto que nos consta que los moldes de los Reyes Católicos se conservan en una industria de cabezudos en Zaragoza y no seria tan difícil, llegado el caso, la reproducción de los gigantes antiguos a partir de los originales.

Bibliografía

«Gigantes y cabezudos en Aragón». Luis A. González, Ignacio M.ª Martínez. Zaragoza 1990.
Libro de Gestis de la ciudad. A.M.B. Libro de Actas del Ayuntamiento de Barbastro.
Conversación con D. Rafael Recacha.
(El Cruzado Aragonés extra de fiestas 1.992)  

 

Apostilla a los Gigantes y Cabezudos de Barbastro

Lógicamente la comparsa de gigantes y cabezudos sigue generando discretamente noticias, a pesar de que la ciudad solo parece acordarse de ellos cuando se aproximan las fiestas y entonces, deprisa y corriendo, se revisan los desperfectos, los trajes y finalizados los actos y pasacalles indefectiblemente se hace propósito de la enmienda para reparar la pintura y los vestidos para que al año siguiente no nos coja el toro, pero al final siempre se repiten las prisas y los remiendos de última hora

En 1.999 los gigantes tuvieron que ser reparados, ya que su estado dejaba mucho que desear;  no hay que olvidar que los Reyes Católicos fueron adquiridos en 1.954, mientras que los reyes viejos no tenemos constancia de su compra, a pesar de haber buceado en libros de actas y presupuestos de fiestas de todo este siglo y finales del anterior.

En los locales de la CAMPSA sufrieron la reparación que consistió en reponer el cartón deteriorado y el repinte general, siendo el restaurador José Antonio Trillo, aunque parece ser que han quedado un poco bajos de color, pero mejor es esto que dejar que continúe el deterioro.  El concejal delegado se ha planteado el activar un curso-taller de recuperación de la comparsa y que incluso se pudiera aumentar de esta forma la plantilla de gigantes y cabezudos.

En sus paseos por la ciudad también han intentado recuperar en 1.999 sus bailes característicos, pero los nuevos “porteadores” dicen que es bastante difícil coordinar el baile de parejas y que con los 50 Kg. que pesan y su altura, bastante hacen con llevarlos.  Los gigantes siguen siendo portados, de forma habitual, por varones pertenecientes a familias, Peruga, Ballarín y Repilado, que se han transmitido de padres a hijos la costumbre de sacar a los gigantes, ya que por las 4.000 ptas. que cobran no es una actividad especialmente lucrativa, considerando el esfuerzo que hay que hacer, ya que indefectiblemente al terminar el pasacalles, cuando ya se está agotado, hay que subir la Calle Argensola hasta el Ayuntamiento donde se guardan hasta el siguiente día.

En estos momentos en los que se están recuperando los gaiteros en Barbastro, podría ser también el momento oportuno de desempolvar alguna partitura de acompañamiento de comparsas como se está haciendo en otros lugares de Aragón, como, por ejemplo, la Almunia de Doña Godina, en la que no solo han restaurado su antigua comparsa, sino que han recuperado los bailes y la música de acompañamiento.

Para finalizar estas notas, decir que desde hace unos pocos años se han organizado encuentros de comparsas aragonesas, similares a las habituales en Cataluña.  Las ha habido de forma esporádica en Zaragoza, coincidiendo con la presentación de algún nuevo elemento, en Belchite en 1.992 y 1.996 o en La Almunia de Doña Godina en junio del 2.000.

En este primer encuentro de comparsas de Aragón organizado por la asociación cultural L´Albada y la coordinadora de Gigantes de Aragón, entre otras, congregó al 80% de los gigantes de Aragón, entre los que se encontraban los gigantes de Barbastro, poco habituales en estas concentraciones, pero que sorprendieron por su antigüedad.

En definitiva, que como se ha hecho en otros lugares, bien se podía interesar un poco mas el Ayuntamiento de Barbastro, dueño actual de la comparsa, en restaurar un patrimonio muy especial y poco valorado entre los barbastrenses, pero que cuando ha tenido ocasión de ser exhibido en otros lugares ha llamado la atención de los aficionados por su calidad y rareza, a pesar del descuido crónico a que se ve sometido.

Luis Alfonso Arcarazo García, 26 de julio del 2.000.